Vocabulario en juegos: Magic Innistrad

Jugando, se aprende.

Tanto en los juegos más tradicionales como en los videojuegos más modernos, se aprende. Gracias a Mario, todos sabemos que las setas verdes dan una vida y las rojas te hacen crecer. Y gracias a Sonic, que hasta que perdamos nuestro último anillo, no podremos morir.

Además de estos conocimientos tan útiles para la vida diaria, se aprende vocabulario. Seguro que muchos desconocíamos qué era una ocarina antes de jugar al Zelda que incluye su nombre.

Lejos de querer hacer publicidad gratuita, ayer he podido tener en mis manos las primeras cartas de la nueva edición de Magic: Innistrad. Magic es un juego de cartas coleccionables, quizá el más famoso, creado por Richard Garfield. En todos sus años de vida, han editado más de 10.000 cartas distintas, cada una con su nombre. No es de extrañar, pues, que se descubra vocabulario entre tantas palabras.

Al ajo, en esta última edición, he aprendido que cátaro es lo relativo a varias sectas heréticas que se extendieron por Europa durante los siglos XI-XIII que propugnaban la necesidad de llevar una vida ascética y la renuncia al mundo para alcanzar la perfección. También he aprendido entomología gracias al gorgojo, un insecto coleóptero. En muchas cartas aparece la partícula geist que es un término alemán para referirse a los espíritus o fantasmas, y que forma parte del archiconocido poltergeist. Y lo que más me ha sorprendido, que en principio pensé era una palabra inventada, paraselene:

En la vida real no destruye todos los encantamientos, sino que es un fenómeno luminoso por el que se forman una o varias imágenes de la Luna reflejadas en las nubes y, por lo general, dispuestas simétricamente sobre un halo. Suena precioso.

Puede que ya conocieseis estas palabras, pero yo no, así que se confirma mi premisa de que jugando se aprende. La duda está en si todo este tiempo dedicado a aprender jugando lo dedicase a aprender sin jugar, estaría mejor aprovechado.

18 comentarios en “Vocabulario en juegos: Magic Innistrad

  1. Me gano el pan traduciendo videojuegos (entre otras cosas), y decidir el grado de dificultad lingüística que va a dársele al texto a veces es motivo de mucha discusión y noches en vela (bueno, no es para tanto).

    Recuerdo un caso en particular (el juego tenía por iniciales «KH») en el que había puesto en boca de un pirata la expresión «rata de sentina» y me la objetaron «porque los peques no saben qué es ‘sentina'». Me proponían, a cambio, «rata de alcantarilla». No señor, dije yo. Si un pirata habla de tal manera, no dura un día antes de que lo pasen por la quilla. Al menos así era en aquellas novelas de Sandokán que me enseñaron a leer novelas. FInalmente logré convencerlos.

    Ahora, al leerte, pgrande, me felicito de haber hecho el esfuerzo. 🙂

    1. Y yo te felicito 😉

      No solo los peques desconocen lo que es sentina, yo también. Y me alegro de haberla aprendido ahora.

      A algún que otro juego con esas iniciales he jugado, pero no recuerdo a ningún pirata, y menos a ningún pirata tan culto.

  2. Por mi parte, a otro nivel y en otro sentido, recuerdo que cuando jugaba a videojuegos de pequeño, la mayoría estaban en inglés y gracias a ello aprendí mucho vocabulario.

    Por ejemplo, jugando a uno de los primeros Castlevanias, aprendí que garlic era ajo en inglés. No se porqué recuerdo esta palabra entre todas las demás, pero ahí lo dejo.

    Yo defiendo firmemente que con determinados videojuegos, o quizás con la forma de jugar a determinados videojuegos, se aprende y además se ejercita la memoria, la resolución de problemas y los reflejos.

    1. Eso también. Todos los nombres de las armas y armaduras (sword, dagger, axe, shield, armor, helm, shotgun…) de tantos juegos bélicos.

      En el ámbito de los de cartas, palabras como barajar (shuffle), mazo (deck), descartar (discard), robar (draw).

      E incluso frases enteras, como «My life for the horde!» o «Pick a box, its content will help you on your way.».

    2. En mi caso conseguí hacerme un vocavulario completo de armamento (blanco) en inglés gracias a diablo II, además de los nombres de diversas piedras preciosas.

    3. Claro que sí, e incluso se sabía el poder que daba cada piedra, aunque no era aplicable al mundo real. Pero sobre todo, el color. Amatista, topacio, diamante, rubí, zafiro, azabache.

  3. Entonces…. ¿»Selene» es una raíz relacionada con la Luna?
    Entre los selenitas y esta carta no peudo evitar la duda.
    Por otra parte, sí, los juegos (de mesa y videojuegos) ayudan a aprender, pero también acentúan errores (clasico el «remover» de Magic TG)

    1. El selenio también está ahí, señor químico. De la diosa griega Selene, cuya equivalente romana es la diosa Luna.

      El caso que comentas de Magic, fue un fallo de traducción, así que mientras se mantengan con rigor, no debería de haber ningún problema.

  4. Me encantó leer esto Pablo.
    Yo vi una paraselene este año paseando de noche por el campus sur de Santiago. No sabía lo que era, y me olvidé de buscar el fenómeno por internet. Gracias a ti me acabo de acordar de aquel día y a aprender algo nuevo.

    1. Me alegro mucho ;).

      Un colega y yo también vimos una vez una paraselene en Santiago. Nos pareció un ojo cósmico observándonos, así que le llamamos «ojo de Dios», para ser originales.

  5. En realidad el modo natural de aprender es jugando. Esto es particularmente apreciable en niños pequeños. Aún en la escuela se utilizan juegos como mediadores para todo tipo de aprendizaje, especialmente en los primeros años de colegio (con niños de 8 años).
    La educación está dando un viraje interesante y reconociendo que el modelo pedagógico que aún prevalece en las escuelas está caduco. Esas mismas voces críticas están comenzando a mirar con buenos ojos a los juegos de mesa, por ejemplo, e incorporándolos a la enseñanza formal. Existen escuelas con una hora de juego diaria. Juego de mesa, juego de salón.
    Sería interesante una lectura de Huizinga y Caillois al respecto.

    Con los juegos se aprendió siempre. Y se sigue aprendiendo. Yo no lo descalificaría en absoluto: el tiempo invertido en juego es tiempo invertido en salud y aprendizaje.

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