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Tal vez mi carácter sea único

Díjeme que muchos le tendrían por soberbio y grosero y que, sin embargo, no debía ser ninguna de ambas cosas. Por instinto imaginé su reserva, hija del deseo de ocultar sus sentimientos. Debía saber disimular sus odios y simpatías y juzgar impertinente a quien se permitiera manifestarle los suyos.

Es probable que yo me aventurase mucho al atribuir a mi casero mi propio carácter. Quizá él regateara su mano al amigo ocasional, por motivos muy diversos. Tal vez mi carácter sea único.

Emily Brontë, Cumbres Borrascosas

Por hablar impedía cualquier diálogo

Si la muñeca por lo menos no hubiera dicho nada, Momo habría podido contestar por ella, y habría resultado la conversación más bonita. Pero precisamente por hablar, Bebenín impedía cualquier diálogo.

Michael Ende, Momo

Es bonito tener nombres privados

—Sí. Para ti, Dirk. Más palabras de las que puedo usar —una broma secreta la hizo sonreír, y Gwen meneó la cabeza esparciendo el cabello al viento—. Escucha; es bonito tener nombres privados. Es una manera de compartir algo especial. Así ocurre con Jaan. Los altoseñores tienen nombres largos porque cumplen muchas funciones. Él puede ser Jaan Vikary para un amigo de Avalon, y Riv en el culto, y Lobo en la altaguerra, y aún tener otro nombre en el lecho, un nombre privado. Y está bien que sea así, porque él es todos esos nombres. Lo admito. Ciertas cosas de él me gustan más que otras. Prefiero a Jaan antes que a Lobo o alto-Jadehierro, pero todos esos atributos le pertenecen. Los kavalares tienen un refrán que dice que todo hombre es la suma de todos sus nombres. Los nombres son muy importantes en cualquier lugar, pero los kavalares les dan especial atención. Algo que no tiene nombre carece de sustancia. Si existiera, tendría un nombre. Y del mismo modo, si le dieras un nombre, en algún lugar, en algún nivel, lo que nombras existirá, llegará a ser. Ese es otro refrán kavalar. ¿Entiendes, Dirk?
—No.

George R. R. Martin, La muerte de la luz

La incodicionalidad le es insoportable

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Lo «burgués», pues, como un estado siempre latente dentro de lo humano, no es otra cosa que el ensayo de una compensación, que el afán de un término medio de avenencia entre los numerosos extremos y dilemas contrapuestos de la humana conducta. Si tomamos como ejemplo cualquiera de estos dilemas de contraposición, a saber, el de un santo y un libertino, se comprenderá al punto nuestra alegría. El hombre tiene la facultad de entregarse por entero a lo espiritual, al intento de aproximación a lo divino, al ideal de los santos. Tiene también, por el contrario, la facultad de entregarse por completo a la vida del instinto, a los apetitos sensuales y de dirigir todo su afán a la obtención de placeres del momento. Seguir leyendo La incodicionalidad le es insoportable

La campana de cristal

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Drácula

Con alguna pero no mucha dificultad (pues estaba oscuro, y todo el lugar nos parecía extraño) encontramos la cripta de los Westenra. El profesor sacó la llave, abrió la rechinante puerta y apartándose cortésmente, pero sin darse cuenta, me hizo una seña para que pasara adelante. Hubo una deliciosa ironía en este ademán; en la amabilidad de ceder el paso en una ocasión tan lúgubre.

Bram Stoker, Drácula.

Lanza los dados – Charles Bukowski

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