Cuenta Stan Lee que cuando escribía cómics de romances, que tratan de confesiones hechas por mujeres, se encontró con un problema: ya que siempre firma lo que crea, ¿cómo iba a firmar algo que se suponía era obra de una mujer?
Halagando su propia genialidad, dice que escribía «as told to Stan Lee» (como le fue contado a Stan Lee), como si una mujer le hubiese contado la historia, lo que le permitía poner su nombre.