La identidad

En aquel momento comprendí el único sentido de la amistad tal como se practica hoy. La amistad le es indispensable al hombre para el buen funcionamiento de su memoria. Recordar el propio pasado, llevarlo siempre consigo, es tal vez la condición necesaria para conservar, como suele decirse, la integridad del propio yo. Para que el yo no se encoja, para que conserve su volumen, hay que regar los recuerdos como a las flores y, para regarlos, hay que mantener regularmente el contacto con los testigos del pasado, es decir, con los amigos. Son nuestro espejo, nuestra memoria; sólo se les exige que le saquen brillo de vez en cuando para poder mirarnos en él. (…) Lo que más deseé siempre, desde mi primera juventud, tal vez desde mi infancia, era otra cosa: la amistad como valor superior, por encima de todo lo demás. Me gustaba decir: entre la verdad y el amigo, elijo siempre al amigo. Lo decía para provocar, pero lo pensaba en serio. Sé que hoy esta consigna se ha vuelto arcaica. Podía valer para Aquiles, el amigo de Patroclo, para los mosqueteros de Alejandro Dumas, incluso para Sancho Panza, que era un verdadero amigo para su amo, pese a todos sus desacuerdos. Pero ya no lo es para nosotros. Mi pesimismo va tan lejos que estoy dispuesto hoy a preferir la verdad a la amistad.

La identidad, Milan Kundera.

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