Hace poco recordé una pequeña conversación propia de besugos entre unos colegas y no tiene desperdicio. Ante un curioso animal doméstico que dormitaba en la calle, decían así:
– ¡Mira! ¡Ese gato parece un perro!
– Es que es un perro.
– Ah, pues no lo parece.
Aunque pueda parecer un chiste a primera vista, doy fe de que sucedió de verdad. Y es que este diálogo es maravilloso. No puedo expresar con palabras lo mucho que lo admiro. Cada vez que lo recuerdo y lo analizo me invade la risa floja.
La clave está en la palabra «parecer». Seguir leyendo La mejor conversación