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Signo de interrogación al revés: marca de ironía

Puede ocurrir en conversaciones por internet que la ironía no es captada correctamente, simplemente porque no podemos decir esa frase con un cierto tono de voz especial. En esos momentos todos desearíamos que existiese un signo de puntuación para ello.

¡Pues resulta que ya existe! ¡Y desde hace mucho! El signo de percontación (o ironicono) inventado por Henry Denham ya sobre 1580, y la marca de ironía promovida por Alcanter de Brahm en el s.XIX., ambos con esta forma:

Con lo que solo puedo concluir… qué blog más interesante؟

Hipercorrección

Existe un fenómeno lingüístico que consiste en cometer faltas de ortografía por querer evitarlas. Es la llamada hipercorreción. Bacalao parece que está mal, así que digo bacalado y parece que controlo.

Siempre me ha hecho gracia esto porque es propio de gente que va por ahí corrigiendo a los demás y haciéndose los pedantes. El otro día me sorprendí a mí mismo, tras escuchar la palabra guardería, pensando en si no se diría buhardería.

Los porqués de la ortografía

Cuántas personas me han dicho que lo importante es entenderse, que la ortografía no vale para nada. Nunca supe que responder.

Sin embargo, hay una serie de razones, entre otras, para hacerle un poco de caso la ortografía:

– Es totalmente necesaria para entenderse. Claro que soy capaz de leer la frase “Ke pasa kolega, te bienes a tomar unas kañas?” Pero tardo mucho más en entenderla que si estuviera escrita correctamente. Imaginaos leer un libro de texto que estuviese todo escrito así. Además, contando con que se entiende igual, podríamos escribir la misma palabra de distintas formas cada vez.

– Su mala utilización puede dar lugar a confusiones. Esto es una extensión del anterior punto. ¿Y lo importantes que son las comas para marcar la diferencia? ¿Y las tildes? Veamos unos ejemplos:

¿Vas a asesinarme o ya no te apetece?

No, no te asesino. / No no, te asesino.

Como veis, cuestión de vida o muerte. En cuanto a las tildes:

Acabáis de pagar la cuenta en un bar. Ponéis un bote y os dais cuenta de que falta dinero. Ha sido un fallo de cálculo. Al llegar a casa os dais cuenta y ponéis en vuestra red social:

Calculo mal. ¿De quién es la culpa? Vuestra.

Calculó mal. ¿De quién es la culpa? De otra persona.

– Permite saber cómo pronunciar una palabra sin haberla visto antes. Es una de las grandes ventajas de este idioma. Por compleja que sea la palabra, si la ves escrita, y te sabes las normas, vas a ser capaz de leerla correctamente. Hay contadísimas excepciones, de las que sólo se me ocurre que “sino”, como conjunción adversativa, “No lo hizo él, sino ella”, no se tilda y sin embargo se pronuncia como “sinó”.

– Te permite hacer búsquedas de palabras de forma correcta, tanto por internet como en el diccionario. Si estás intentando saber qué es “aba (sin h)” vas a tener algún que otro problema. Por suerte, el señor buscador te sugerirá amablemente “quizá quiso decir haba” o puede que “quizá quiso decir Abba”. Los diccionarios no son tan amables como los buscadores. Además, con la función de búsqueda de palabras del ordenador no la encontrarías.

– Te permite deducir orígenes de palabras. A base de relacionar palabras que se escriben de forma parecida, podrás llegar a deducir sus significados sin necesidad de consultarlos. Muy útil para insultar a la gente de forma sutil.

– Si seguís la notación científica al pie de la letra y la matemática también, ¿por qué no hacer lo mismo con la ortografía? ¿A que nadie escribe la fórmula del agua como I2H (I de “idrógeno” y H de “hoxígeno)? ¿A que nadie escribe 325 queriendo decir cuatrocientos veinticinco? Porque el 3 es 3 y no 4. Al igual que la b es b y no v.

Así que ya sabéis, si no os importa la ortografía desde el aspecto etimológico o lingüístico, por lo menos, tenedla en cuenta de modo práctico.