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Los porqués de la ortografía

Cuántas personas me han dicho que lo importante es entenderse, que la ortografía no vale para nada. Nunca supe que responder.

Sin embargo, hay una serie de razones, entre otras, para hacerle un poco de caso la ortografía:

– Es totalmente necesaria para entenderse. Claro que soy capaz de leer la frase “Ke pasa kolega, te bienes a tomar unas kañas?” Pero tardo mucho más en entenderla que si estuviera escrita correctamente. Imaginaos leer un libro de texto que estuviese todo escrito así. Además, contando con que se entiende igual, podríamos escribir la misma palabra de distintas formas cada vez.

– Su mala utilización puede dar lugar a confusiones. Esto es una extensión del anterior punto. ¿Y lo importantes que son las comas para marcar la diferencia? ¿Y las tildes? Veamos unos ejemplos:

¿Vas a asesinarme o ya no te apetece?

No, no te asesino. / No no, te asesino.

Como veis, cuestión de vida o muerte. En cuanto a las tildes:

Acabáis de pagar la cuenta en un bar. Ponéis un bote y os dais cuenta de que falta dinero. Ha sido un fallo de cálculo. Al llegar a casa os dais cuenta y ponéis en vuestra red social:

Calculo mal. ¿De quién es la culpa? Vuestra.

Calculó mal. ¿De quién es la culpa? De otra persona.

– Permite saber cómo pronunciar una palabra sin haberla visto antes. Es una de las grandes ventajas de este idioma. Por compleja que sea la palabra, si la ves escrita, y te sabes las normas, vas a ser capaz de leerla correctamente. Hay contadísimas excepciones, de las que sólo se me ocurre que “sino”, como conjunción adversativa, “No lo hizo él, sino ella”, no se tilda y sin embargo se pronuncia como “sinó”.

– Te permite hacer búsquedas de palabras de forma correcta, tanto por internet como en el diccionario. Si estás intentando saber qué es “aba (sin h)” vas a tener algún que otro problema. Por suerte, el señor buscador te sugerirá amablemente “quizá quiso decir haba” o puede que “quizá quiso decir Abba”. Los diccionarios no son tan amables como los buscadores. Además, con la función de búsqueda de palabras del ordenador no la encontrarías.

– Te permite deducir orígenes de palabras. A base de relacionar palabras que se escriben de forma parecida, podrás llegar a deducir sus significados sin necesidad de consultarlos. Muy útil para insultar a la gente de forma sutil.

– Si seguís la notación científica al pie de la letra y la matemática también, ¿por qué no hacer lo mismo con la ortografía? ¿A que nadie escribe la fórmula del agua como I2H (I de “idrógeno” y H de “hoxígeno)? ¿A que nadie escribe 325 queriendo decir cuatrocientos veinticinco? Porque el 3 es 3 y no 4. Al igual que la b es b y no v.

Así que ya sabéis, si no os importa la ortografía desde el aspecto etimológico o lingüístico, por lo menos, tenedla en cuenta de modo práctico.

Las enes del español

Ya iba siendo hora de que le de utilidad al manual de fonética que me regaló pgrande (Fonética, E. Martínez Celdrán, Eds. Teide, libro muy interesante por cierto).

En castellano existe una regla fonética que indica que toda nasal se asimila al punto de articulación de la consonante siguiente.  Esto ocurre siempre, salvo en las palatales (ya que estas se dan sólo entre vocales). Por lo tanto en español se distinguen las once variedades de nasales de la siguiente figura:

Probad a pronunciar los ejemplos fijándoos bien en donde articuláis y os percataréis de las diferecias.

En Galicia pronunciamos las enes de fin de palabra de manera velar u posvelar, al contrario que en el resto de españa e hispanoamérica donde se hace alveolar. Hablando en español no hay ningún problema, quizás nos notan el acento de un lado u de otro, pero esto no afecta a la comunicación.

Sin embargo, en otras lenguas donde existen varios tipos de ene de fin de palabra puede llegarse a un punto donde la comunicación fracase. Veámoslo con un ejemplo:  en inglés la diferencia entre sin-sing (pecar-cantar). Si los pronuncia un español de galicia habituado a pronunciar enes velares podría parecer que en ambos casos quiere decir cantar. Mientras que si los pronuncia un hispanohablante de otra zona podría parecer que quiere decir pecar en ambas situaciones.

Por tanto a la hora de aprender nuevas lenguas (en mi caso fue con el alemán cuando me percaté) tened este rasgo en cuenta, ya que puede facilitar sensiblemente la comprensión.