
Uno de nuestros lectores, Almostel, también odia expresiones (o no tanto, que es muy cansado), así que se ha dignado a escribir un artículo sobre ello y enviárnoslo. Muchas gracias, Almostel, por tu colaboración, y a ver si esto anima al resto a seguir participando:
Yo odiar no odio ninguna expresión, que eso es muy cansado. Pero hay ciertas expresiones en el idioma castellano que se utilizan como grandes pozos de sabiduría y en realidad no dan ninguna información, si uno se pone en serio a meditar sobre el tema, pero lo acepta como un axioma (de mala suerte en el caso que nos ocupa) inevitable de este universo.
Pongámonos en situación. Necesitas encontrar un algo (cosa, cacharro, chisme, chiflito) importántisimo y te pones a revolver tu casa entera. Las carpetas, donde debería estar, la mesa donde es muy probable que estuviera, los cajones donde podría esperarse que estuviera, los armarios donde es muy poco probable que estuviera, los cajones donde es casi imposible que estuviera,el frigorífico… Hasta que finalmente aparece en cualquier lugar. Y cuando lo comentas viene alguien todo cargado de razón y te dice «Si es que las cosas siempre están en el último lugar en el que las buscas«.
¡Pues claro que estan en el último lugar en que las buscas! Porque cuando las encuentras, dejas de buscar, y por eso el sitio donde las encuentras es el último lugar en que las has buscado, aunque fuera un sitio donde ya habías mirado previamente y no las habías encontrado. ¿O acaso me creen tan estúpido como para buscar algo, encontrarlo, y seguir buscándolo?