10 razones para empezar a coleccionar palabras

Siempre me ha gustado coleccionar, supongo que como a todo el mundo. Aunque algunos no lo quieran admitir, posiblemente coleccionan algo sin darse cuenta, ya sean números de teléfono de ligues, recetas de cocina o títulos académicos, por no mencionar las más frecuentes, como las colecciones de sellos o de monedas.

Septiembre es el mes de las colecciones y los publicistas lo saben. Termina el verano, vuelve la rutina y nos planteamos si hemos mejorado algo. Como seguramente no somos lo que queríamos ser, empezamos una nueva afición. ¡Qué casualidad! ¡Justo comienza esta revista una colección de minerales! ¡Y el primero por solo 2,99€! Y no aguantarás hasta el último número. Es más, apostaría a que los que hacen las colecciones solo tienen los primeros números, no se esperan que nadie siga tanto. Pero, ¿dónde empieza y termina este círculo vicioso? ¿Son las empresas las que anuncian estas colecciones porque saben que en septiembre es lo que queremos? ¿O somos nosotros los que empezamos a coleccionar porque ellos así lo anuncian?

En cualquier caso, ya en octubre, me he planteado comenzar la más interesante de todas las colecciones. Tiene las características de toda una buena colección y muchas más que la hacen idónea. Voy a empezar a coleccionar palabras. Ahora, al más puro estilo página web que solo busca visitas (como ya he hecho con el título de esta entrada), voy a elaborar una lista de…

10 RAZONES PARA EMPEZAR UNA COLECCIÓN DE PALABRAS

    1. Ya tienes unas cuantas. ¿Qué mejor manera de empezar una colección que teniéndola ya bastante avanzada? Lo que darían los amantes de la filatelia por empezar su andadura con un buen puñado de sellos comunes y algunos de los más especiales y bonitos que nunca se van a encontrar. ¡Así es el bagaje de palabras que tú y yo tenemos!
    2. Salen nuevas a menudo. Aunque el objetivo sea completar la colección, es utopía, sirve para avanzar. Cuando un coleccionista termina una colección, siente una oximorónica plenitud vacía. ¿Y ahora qué? Con las palabras, nunca te sucederá esto. Además de que el elenco de palabras a coleccionar es enorme, cada día salen algunas nuevas. ¡Y no solo eso! En cada lugar se dicen de una manera, pero no me refiero solo a los distintos idiomas, sino también a los regionalismos. ¿Acaso sabes qué es una carraña? Toma, te la regalo para tu colección, aquí se usa mucho.
    3. Vas a tener en tu colección algunas muy antiguas. Al igual que un coleccionista de monedas puede encontrarse con una de imperios ya olvidados, ¡tú puedes bucear en viejos libros y encontrar algunas palabras escondidas! Es más, muchas de las palabras que ya tienes y utilizas provienen de tiempos ancestrales.
    4. Todos los días puedes ampliarla. Tu colección de palabras puede crecer cada día si te lo planteas. No hagas oídos sordos a ese nuevo término que sale en el periódico. Busca su significado y empieza a usarlo. Seguramente a partir de ese momento lo verás más a menudo y en seguida estará en las primeras páginas de tu álbum de palabras.
    5. Se pueden clasificar de muchas maneras. A los coleccionistas, además de coleccionar, les gusta clasificar. ¡Vamos a poner los sellos por fechas! Y una vez colocados, ¡mejor los ponemos por colores! ¿Tiene sentido? ¡No! ¡Por fechas quedaban mejor! ¿Y si los ponemos por regiones? ¡Con las palabras sucede lo mismo, y tus criterios para clasificarlas pueden ser muy variopintos! Por frecuencia de uso, por orden alfabético, por disciplina, por categoría gramatical, por número de sílabas, por número de letras, por su valor en el Scrabble o por lo bonitas que te parezcan.
    6. Se te olvidan. Redescubrir una palabra transmite casi las mismas sensaciones que cuando salen palabras nuevas.
    7. Se pueden usar. Al contrario de lo que sucede con muchas otras colecciones, los elementos de esta se pueden usar. Es más, usarlos ayudará a reforzarlos, no se desgastarán ni perderán su preciado precinto.
    8. Unas llevan a otras. Imagínate un coleccionista de minerales y rocas que tras añadir granito a su colección al lado se le apareciese un puñado de oro. Las palabras son así, unas te enlazan con otras, ya sea a través de su definición, etimología o a base de investigar en ese campo concreto del conocimiento.
    9. Todo el mundo las colecciona. Nada más quiere un coleccionista que compartir su afición con los demás. Todo el mundo tendrá su propia colección de palabras y hasta las podréis intercambiar.
    10. Puedes crear las tuyas propias. ¡Qué mejor manera de seguir ampliando tu colección que creando tus propias palabras! Puede que nunca lleguen a extender su uso, pero tú y tu círculo de allegados tendréis una edición limitada de veinte copias de una palabra que solo vosotros entendéis.
    11. Es muy barato. Porque no podía faltar la razón extra para terminar la lista. ¡Coleccionar palabras es muy barato! Olvídate de dejarte la pasta en fascículos y en objetos para guardar tus objetos de colección: tus palabras las llevarás contigo siempre.

 

Deja un comentario