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Aviso a los pasajeros del vuelo…

Los lectores de nuestro blog que viajéis en Iberia, podreís deleitaros de una sección muy interesante de la revista Ronda (sí, esa que publica dicha compañía y podréis encontrar en un compartimento en el asiento delantero, junto a las instrucciones de seguridad, y que la mitad es publicidad) que se llama Recomendaciones de uso de nuestro idioma. No es más que una página (dos pequeños articulitos) en los que, en colaboración con la Fundación del Español Urgente (Fundéu), «defiende el uso correcto del español con el fin de evitar el mal uso de nuestro idioma, los barbarismos y la invasión indiscriminada de neologismos».

Con esto no quiero incitaros a que viajéis con Iberia (que a mi no me pagan por la publicidad), solo quiero que le echéis un vistazo cuando voléis con ellos, porque enseñan cosas realmente interesantes sobre la lengua (usos abusivos de algunas palabras, confusiones comunes por parte de los medios de unas con otras, etc.).

Por otra parte, en la página de la Fundeu (http://www.fundeu.es/), fundación creada por el BBVA con asesoramiento de la RAE, podéis encontrar mucha más información útil e instructiva. Si no fuera porque no tienen nuestra chispa (y porque no actualizan tan a menudo) podríais abandonarnos por ellos. Pero confío en vosotros, sé que sois lectores fieles.

Obviedades y redundancias publicitarias

Todos sabemos que la publicidad trata de vendernos algo como lo mejor, ya sea una idea o un producto. Y para ello, suele recurrir a esas categorías de las palabras que tanto sirven para adornar, como los adjetivos y los adverbios, pero que al final no significan nada, en cuanto a estos productos o ideas se refiere, claro.

Había pensado en bajar un momento al supermercado para buscar ejemplos de a lo que me refiero, con una libretita, pero ha bastado simplemente con echar un vistazo por el piso. Además, temía que me consideraran de la competencia por estar tomando notas y me mandasen a seguridad. Por supuesto, no voy a hacer mención de las marcas, no vaya a ser que su desfachatez les acabe compensando gracias a la innumerable cantidad de visitas de este blog.

Me hace gracia algo que pone en la mayoría de los productos para la piel, por ejemplo, geles o cremas. Casi todos vienen con un rótulo bien grande que dice: DERMATOLÓGICAMENTE PROBADO (o en el peor de los casos, testado). Es un producto para la piel, ¿en dónde demonios ibais a probarlo entonces? ¿auditivamente probado?

Siguiendo con los productos de higiene un poco más, he visto varias cremas de afeitar que ponen: ESPUMA SUAVE. ¿Alguien conoce una espuma que no sea suave? ¿Quién se afeitaría con esa supuesta espuma dura?

«Su fórmula concentrada permite lavar HASTA 4 VECES MÁS, dejando un agradable olor.» ¿Hasta 4 veces más que qué? ¿4 veces más que un mandril? ¿4 veces más que la mierda de producto que me vendíais antes? ¿4 veces más gastando 4 veces más producto? ¡Comparádmelo con algo! O mejor no. Porque luego lo estropeáis. Como con aquel anuncio de zumos, en los que el narrador, muy convincente decía: «Usted puede encontrarse en el supermercado con el ZUMO A, con el 5% de zumo, o el ZUMO B, con el DOBLE de zumo.» ¡Guau! Gracias. Qué exceso de zumo, el 10%, no sé si podré con tal concentración.

«Son un aperitivo recomendado por la calidad de su contenido nutritivo y biológico.» Contenido biológico. Ahá. Como normalmente la gente se come cosas no biológicas, pues es bueno destacar ese aspecto.

En fin, mis queridos y amados lectores, no nos dejemos engañar con bonitas palabras, porque luego no significan nada.