Archivo de la categoría: Gramática

Sesquipedalismo

En la línea de la hipercorreción de la que ya os he hablado, hay otra manía lingüística llamada por algunos autores sesquipedalismo. Lo que más me llama la atención en primera instancia es la existencia del prefijo sesqui- que significa «uno y medio». Todos conocemos que se pueden utilizar prefijos para designar dos, tres, cuatro, cinco, varias, muchas, miles, etcétera, ¿pero para decir «uno y medio»? Este «uno y medio» tiene un propósito de dar a entender exageración en el caso del sesquipedalismo. Las palabras sesquipedálicas son aquellas que se pasan tres pueblos de longitud, innecesariamente. Son propias de políticos, comentaristas deportivos, periodistas, entre otros, que tratan de dar un aire de superioridad a las palabras que les parecen demasiado cortas. Quizá sea una copia del inglés, donde predominan los monosílabos y las palabras cortas, pero las personas «cultas» son capaces de utilizar palabras un poquito más largas que la media de sus vecinos.

¿Pero qué es todo esto sin unos ejemplos? Inicializaré diciendo que las motivaciones que me llevan a escribir esto no son otras que influenciaros para que no os posicionéis a favor de esta tendencia (doble negativo, confusión). Voy a hacer una serie de matizaciones para que sintáis la peligrosidad de no seguir la reglamentación adecuada, lo que os hará quizá culpabilizaros por haber estirado una pobre palabra sin razón alguna.

Aunque el párrafo anterior no es muy coherente, se ve que podría haber usado palabras como: iniciaré, motivos, influiros, matices, peligros, reglas y culparos.

Al fin y al cabo, qué se espera de una generación que conoció a

y su supercalifragilisticoexpialidoso.

Lecciones de Barrio Sésamo

Hace un año más o menos, le escribí el siguiente correo a la RAE:

“Desde que era pequeño he tenido problemas con una cuestión tan básica como para ser tema de un capítulo entero de Barrio Sésamo. Se trata de la diferencia entre delante y detrás.

Cuando estudiábamos los verbos en inglés, por ejemplo, la profesora decía: poned el adverbio detrás del verbo. A mí eso me resultaba chocante, y pensaba que podía ser un fallo puntual de la profesora. Pero el error se seguía repitiendo. Hasta que por fin, enfadado, y algunos años más adelante, le dije a otra profesora de la misma materia:
– ¿Pero no ve usted que realmente se pone delante y no detrás?
Y respondió:
– Ya he tenido problemas con alumnos por esa cuestión, así que a partir de ahora diremos «antes o después de…», para que no haya problema.
Entonces me di cuenta de que todos esos años los profesores habían hecho referencia a «detrás de» o «delante de» a propósito, y no como un error ocasional. Ya me parecía a mi demasiada coinciencia.
Así que le empecé a plantear la cuestión a distintas personas:
– ¿Para ti, en la palabra CASA, la letra C, está delante o detrás de la A?
Hasta la fecha parece que la mayoría de la gente nos decantamos, al contrario de lo que me habían enseñado mis docentes, a decir que la C está delante de la A. Hay algunos que afirman lo contrario. Cada uno tiene sus argumentos. Los primeros decimos que, ya que la C se escribe primero, es la que está delante, puesto que todo lo que vaya a continuación se habrá escrito después, y por lo tanto, estará detrás. De la misma manera que en una fila, el que va delante es el primero. Los segundos afirman que, ya que escribimos de izquierda a derecha, lo último que escribimos es lo que va delante, es decir, lo que está más a la derecha, y el resto, lo vamos dejando detrás.
¿Es esta una cuestión ambigüa y a libre elección del usuario, o quizá existe alguna respuesta convincente?
Muchas gracias.”

Y me respondieron:

“En relación con su consulta, debemos indicarle que su consulta rebasa lo slímites de lo estrictamente lingüístico, pues no aborda una cuestión de corrección gramatical sino de interpretación de la realidad.

Reciba un cordial saludo.”

Realmente no pensaba que me fueran a responder y menos con ese planteamiento inicial que podía haber resumido mucho. El caso es que se nota que la respuesta fue apurada, y no sólo en el hecho de que usen la palabra “consulta” dos veces en una línea y esa errata al teclear “lo slímites”.

Ya que ni siquiera la RAE consiguió zanjar este asunto, os pido vuestra humilde opinión, a ver si me convencéis para decantarme hacia un lado o hacia otro. Y si no, simplemente decid cómo lo utilizáis vosotros y comprobamos cuál es la tendencia actual.

Ordenemos bien

Últimamente me he planteado dejar de hacerles caso a los profesores de la universidad. Valiente estupidez, pensaréis, eso lo hace mucha gente. Es cierto. Pero seguro que ninguno lo hace por mis razones. ¿Cómo es posible que en tres años de carrera ni uno solo haya sido capaz de utilizar correctamente el imperativo en plural? Comprobado. “Pensaros esto para mañana.”. “Estudiar bien este tema.”. “Hacer los ejercicios para el lunes.”. Entenderéis que de esta manera no voy a obedecerles, faltaría más.

El modo imperativo se utiliza para dar órdenes, ruegos o deseos. Para utilizarlo en plural, en verbos regulares, se sustituye del infinitivo la “-r” final por una “-d”. Así, por ejemplo, si quiero ordenar a un grupo de vegetarianos que coma un pedazo de carne cruda del animal más entrañable sobre la faz de la Tierra, les diría: “¡Comed!”. Si, además, quiero añadirle el pronombre “-os” al final, la “-d-” desaparece, quedando así: “¡Comeos la maldita carne de una vez!”. Existe una excepción aquí, que afecta al verbo ir, en el cual no cae la “-d-” idos, por extraño que pueda sonar al principio. “¡Idos de aquí, malas pécoras!” sería una correcta utilización.

Si no queréis complicaros la vida acordándoos de estas nociones básicas, podéis recurrir al truco de tratar con respeto a la gente. Me refiero a tratar de usted, pues es más sencillo construir el imperativo, lo del respeto es opcional: “Se lo ruego, váyanse a la mierda.”.

¿Cuáles son las causas que pueden llevar a esta incorrecta utilización del imperativo que no solo afecta a mis docentes sino a una gran parte de la población? Supongo que una buena razón es que es mucho más cómodo pronunciar la “-r” que la “-d”, sobre todo si tenemos que hacer el esfuerzo de pronunciarla bien, y no como una zeta. También creo que la confusión puede venir de la forma impersonal con el infinitivo, utilizada sobre todo en los carteles y anuncios, del tipo: “Cerrar la puerta al salir” o “Tirar de la cisterna después de defecar.”.

En resumen, si queréis que os hagan caso, no necesitáis ni liderazgo ni labia, sino tan sólo utilizar bien el imperativo.

Una vez me contaron un chiste que decía así:

Van dos tíos por la calle y ven un cartel que pone “Aceros Inoxidables”, y le dice uno al otro: “¿Qué? ¿Nos hacemos inoxidables?”.

Sólo se me ocurrió responder con una mirada de desprecio y un comentario quisquilloso sobre el uso del imperativo.

OdiaDme por ello. Me lo merezco.